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Opinión 0001 - La “crisis” del videojuego en la modernidad como industria y la responsabilidad tácita de la hiperconectividad como factor de su hundimiento.

Si tengo que hablar de algo que he notado últimamente en el mundo de los videojuegos es en relación al comportamiento de sus usuarios, de quienes debiéramos esperar que pese a su corto y limitado tiempo puedan ser capaces de jugar más de un juego, sin embargo, en estos meses el comportamiento general es el mismo, no muchos juegos al haber y vez que se tiene tiempo se vuelven a rememorar títulos pasados. Esto último no es malo en sí al ser una forma de redescubrir experiencias pasadas, así como tampoco es raro a sabiendas de toda una industria que hace años sino décadas viene emanando un olor putrefacto, la que es sustentada por algunos juegos AAA y varios juegos Indie, categoría que hasta hace más de 10 años solo era un nicho para esnobs y sibaritas que solo muy pocos vivían, del que tampoco debiéramos tirarle demasiadas flores al existir solo de la nostalgia de los más veteranos y la narrativa más alternativa, casi anti sistema o apologista con algunas ideas políticas que no abarcan a todo el público.


Algunos culpan a las instituciones que cumplen el DEI a cabalidad y la censura ultra progresista con mano firme para contentar a unos patrones que nunca han tocado un videojuego en su vida y comparan su éxito al de una industria como la hollywoodense, otros a la muerte de las ideas originales para dar pie a refritos y clones de la ultima tendencia de moda, la misma que naturalmente solo dura de un semestre a un año, pero que con el retraso propio de estas empresas lo extienden hasta media década, atiborrando con copias burdas que no alcanzan ni a los 10.000 jugadores en linea, y si hablamos de ello entonces también se habla de los juegos como servicio que se multiplican por montón copiando la formula al juego alfa de su categoría y al cabo de semanas o meses terminan abandonados y desapareciendo sin mucho registro en el mapa, como también al eterno pero ya masivo shovelware que genera tanto videojuego que a estas alturas solo ocupa espacio en las diferentes tiendas virtuales, siendo más un mar interminable de basura en la que muchos videojuegos que valen la pena llegan a perderse día a día, pero si bien más de alguno de los mencionados son factores claves en la ya acelerada muerte de esta industria ya bastardizada, nadie ha señalado con el dedo a nuestro entorno hiperconectado y artificial que acelera absolutamente todo, factor clave pero infravalorado al momento de discutir.


En la era del brainrot y el FOMO es de esperar que mucha gente caiga victima de la granja de información que son las redes sociales y su idealización como las ágoras de la modernidad, cuando cada una solo ha demostrado ser un estado fallido en el que se tiene más correlación a un manicomio virtual plagado de todo tipo de especímenes, donde los jugadores más veteranos han estado expuestos a décadas de contenido en linea basura, al punto de arruinarle su perspectiva y su capacidad de atención de manera permanente, y donde los más jóvenes al momento de considerar los videojuegos optan por títulos frenéticos y con una perspectiva de priorizar gráficos ante una buena historia, y aquí quiero que me entiendan bien ya que pueden pensar que “los gráficos no son importantes”, cuando la realidad es que importan, el problema va en hacer algo que solo se enfoca en su apartado gráfico, pero es otra obra genérica que tiene una ejecución pobre. Al final de cuentas, el tiempo que demandan estas redes suele ser mucho más que el que podemos captar con nuestros cinco sentidos, y con ello cumplen su fin, el mantenerlos allí, consumiendo la vida ajena y volviéndonos unos malcriados al encerrarnos en un circulo social que siempre debe estar de acuerdo con nosotros y que a la primera disidencia a nuestros paradigmas es vista como la peor de las blasfemias que un ser humano puede cometer, siendo ridiculizado por sus pares y castigado con el exilio.


En la era de los falsos mesías se nos recalca que debemos controlarnos nosotros mismos -donde la mayoría de la gente no tiene ya voluntad ni opinión propia- y enfocarnos en jugar el backlog generado por años y años de exposición a los medios, mismo que cada año crece su cantidad, sea tanto de juegos modernos como de antaño. A ello solo queda reír, es una respuesta cierta mas simple, no se puede simplemente dejar todas las redes y dar foco a los videojuegos como hobby, porque ciertamente como sociedad ya estamos predispuestos a estar atados con las cadenas de estas y bajo la premisa de no querer perderse nada.


Esta vida acelerada nos ha incrustado en la cabeza la noción de que el tiempo es limitado y que debemos maximizar todo, que el vivir con un ritmo lento y desenfadado es prácticamente ser un paria social -ustedes bien saben que no lo dirán de forma literal, pero el lenguaje indirecto de nuestra cotidianidad lo refuerza en la mesa cada vez que queremos hacer algo- que le sobra el tiempo, y con los juegos no es una excepción. Cada vez la competitividad llega con paso firme a imponer esto, hoy en día hasta jugar cosas retro tiene logros, y con ello la necesidad de superar al otro en cuantos logros y juegos ha superado, cuanto tiempo demoró, la dificultad con la que se pasa los juegos, y un largo etcétera.


Como comenté anteriormente, uno de los grandes vicios de los jugadores es el de los juegos como servicio, los mismos que al morir desaparecen completamente de la faz de la tierra, y estos de verdad que están hechos para consumir las horas de sus jugadores. El gran atractivo de estos es precisamente la competitividad que si bien antes estaba dada por puntajes (Scores) puntual y local, hoy es más difusa y global, donde no importa si eres la persona más dedicada en tu zona, hay al menos otros mil jugadores en la tabla mundial que te superan con creces y que por más horas que le dediques siempre seguirás sin alcanzarlos, pero eso no te lo dicen, porque quieren que gastes tu tiempo en ellos, quieren que gastes dinero en accesorios gamer para un mejor rendimiento, quieren que gastes tu salud al estar sentado tantas horas libres en ello y discutiendo con otros viciados respecto a su rendimiento, como si se tratase de un trabajo de alto rendimiento en el que todos los participantes deben siempre salir victoriosos y masacrar sin dudas a sus contrincantes en una guerra ficticia de los nuestros con los otros, llegando a pisotearlos moralmente después de ya rematados.


¿Por qué abordar esto?, y es porque toda la hiperconectividad propia de estos tiempos post modernos son el factor común. Lo se, hay mucha gente que está preguntándose “Ya, pero y por qué no tomaste también los juegos en single player como ejemplo de que quieren tomar tu tiempo”, y la verdad es que no es lo mismo: Uno se hace con la noción de que su experiencia sea desafiante pero extensa y grata, mientras otro está hecho exclusivamente para que su servicio se mantenga atiborrado de gente iracunda tratando de escalar en la jerarquía social impuesta en estas para ser campeón y mandar con potestad, al final esta competitividad in fragante que está en todo ámbito es un asunto de tratar. La hiperconectividad pos-moderna fuerza a las personas a querer estar en el eslabón donde habitan los jugadores apex de la tabla de posiciones, demostrar que son mucho más al mar de gente que tienen en frente, no ser la persona genérica que estará mezclada entre medio del público, quieren dejar de simplemente ser inútiles anónimos, copias burdas de otros más exitosos que ellos, pero al final solo unos pocos logran el sueño de ser leyendas virtuales, pero con el mayúsculo detalle de que muchos de estos lo logran sin la búsqueda incansable de serlo en sus priori.


Hoy en día el tener una librería extensa de juegos, más que ser una señal inequívoca del gran FOMO predominante y el que nadie está a salvo del mercantilismo, es solo una manera de ostentar el ser un erudito en el tema e incluso el de su valor si estos responden al formato físico, el cual no es malo de tener en tiempos donde ya comprar un juego significa solo pagar por el tener acceso a un software del que nunca serás propietario y que al mas mínimo capricho de su publicador puede arrebatarlo de tus manos.


En tiempos así de convulsos, donde este mercado está dando pataleos de ahogado y tomando medidas draconianas que solo ayudan a tirar aun más fuerte la cuerda que lo ahorca, suenan impetuosos los ecos de la piratería, esa misma que por los 2000’s predominaba en todas las esquinas en forma de CD’s o programas pululando por diferentes páginas, y que solo la década pasada perdió terreno por lo accesible que era volverse legal.



Cadmus Wayne - 23-07-2025 - 15:10
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